1950 [Off Ficción]

por Kusoma1 10/11/13, 11:18 am

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AVISO : Esta novela es para mayores de 12 años debido a su contenido un tanto religioso y lleno de temas sobre las relaciones homosexuales.

1950

Prólogo

En cuanto nací, abrí con gran ímpetu los ojos, observando el mundo desconocido que se abría a mí con una nueva oportunidad: la vida.

Mi madre me acariciaba, incluso lloraba de emoción, pues ella se sentía dichosa, tanto que me acunaba entre sus brazos, me besaba la frente y acariciaba mi cabello húmedo con sus manos sucias y polvorientas; eran unas manos de labriega; mi progenitora siempre trabajó en el campo y mi padre lo mismo, hasta que yo, lo que todo mi familia deseaba, nací. Era un regalo traído por “Dios”, como decían todos. Siempre admiré un brillo en los ojos de la gente al pronunciar esa palabra, pero yo, en mi infancia, no entendía a que se debía aquella ilusión.

Al poco tiempo de que naciese, mi madre dio a luz a otro niño, más amado e inocente que yo, a los que todos solían llamar “cariño” o “amor”, mientras que conmigo sólo utilizaban la palabra “Coretti”, que es mi nombre. La razón era sencilla: mi hermano siempre fue más fuerte e inteligente que yo. Quizá mi carisma fuese mejor que el suyo, pero... ¿Qué importaba aquello en una sociedad ruín, sin espacio para modelos o aspirantes a lo mismo?

Pero en cambio, algo surgió entre ambos... No sé si amor; eso cuando era un chico de 12 años no lo entendía bien; para mí un romance se componía de dos fases: ligarse a una tía buena y estar dos días con ella, hasta que le pones los cuernos con otra y te la dejas tirada. Él me enseñó miles de formas para llamar la atención frente a nuestros padres y también me explicó ejercicios para desarrollar mi masa muscular (todo estaba relacionado; fuerza y dejar orgullosos a nuestra familia). Fue un buen hermano, sí, y lejos de el ámbito familia, un gran amigo y maestro. Todo lo sabido se lo debía a él, mi maestro de la vida, además de mis profesores y experiencias.

Capítulo 1

Mi hermano se llamaba Mateo, igual que San Mateo, uno de los santos que escribió parte de la Biblia, cosa que aprendí en la Iglesia del Rocío. Pero no me malinterpretéis, cuando tenía 12 años no asistía a un colegio lleno de monjas y Curas, esto me aconteció cuando cumplí los 15, unas semanas más tarde; el día exacto no importa realmente y jamás lo sabréis, pues no os he dicho la fecha de mi nacimiento.

Ese día era fiesta, así que los niños no asistíamos al colegio. Mi hermano y yo apenas íbamos al colegio, el dinero de Padre y Madre no nos permitía tantos lujos y el sólo hecho de ir algún que otro día nos contentaba, pues la pobreza sumía a la pobre gente en la decadencia, y España, en mi época, no era un lugar rico en nada y nos alimentábamos con lo que la agricultura nos daba; por ejemplo las migas o los garbanzos.

Mi hermano y yo arábamos el suelo con Pepe, el caballo de Padre. Era un burro gris y con la piel poblada de heridas, pero muy fuerte, aunque a veces se comportaba como lo haría cualquier perro de alto garbo: se recostaba en el suelo y ni trabajo ni nada, de ahí nadie lo movía.

Pepe corría veloz entre la tierra, amasándola con dureza y emitiendo rebuznos cansados. Olí el aliento de alguien, porque creo recordar que sucedió en aquel momento; rápidamente me volví esperando a ver a mi hermano, riéndose de mí. Y sí, eso vi, más o menos, pues no se carcajeó de mí, sino que rápidamente me robó un beso.

Por alguna razón, sin embargo, no le rechacé, sino que proseguí con esa muestra de amor. Permití incluso que me abrazara, cosa que me desconcertó, aunque no más que el beso. Por fin, me soltó, y me embargó el extraño deseo de que no cesara.

A partir de ahí no nos volvimos a hablar...

por **Siara** 10/11/13, 10:56 pm

Que historia tan interesante. Estoy ansiosa de seguir leyendo este amor que tiene Coretti.
Continua por favor que el primer capitulo me ha dejado con la boca abierta.

:wow: