Bienvenido, viejo amigo [ONE-SHOT]

Cuando Zazú supo de la muerte de Mufasa y Simba quedo devastado. Era cierto que el joven cachorro de león solía sacarlo de sus casillas constantemente, pero era un cachorro. Y no se merecía el destino que había tenido que padecer.

En cuanto a su majestad, el Rey Mufasa, la cosa para el mayordomo real era diferente. Recordaba con total claridad cuando Ahadi llevo al primogénito a conocer los polluelos de su ave real, Zuzú, en donde Zazú había nacido y crecido. Allí fue donde vio a Mufasa por primera vez, allí fue donde los cuatro ojos se conectaron y formaron una alianza que parecía inquebrantable, y así sería. Allí fue donde Mufasa lo eligió para ser el siguiente mayordomo real. Y desde ese momento, su amistad solo creció y creció, al igual que ellos.

Cuando fue lo suficientemente grande, su madre comenzó a llevarlo junto con ella para que aprendiese con el ejemplo y luego lo pusiese en practica durante los entrenamientos de Mufasa. Ambos jóvenes brillaban en sus tareas, y trabajan en equipo a la perfección. A la mayordoma y a los reyes esto les encantaba. Para el joven príncipe era igual, lo único molesto del pájaro era su afición por levantarse apenas los rayos del sol se asomaban, pero con el tiempo Mufasa se acostumbro a esto. En el futuro lo haría seguidamente.

La relación entre ellos se afianzaba cada vez más, y cuando llegó el turno de Mufasa de ascender como Rey, Zazú estaba allí, en su hombro. Sus plumas relucían al igual que su pico y cola. Su sonrisa era de oreja a oreja. Al lado de estos dos personajes, se encontraba la futura reina, Sarabi. Zazú también tenía excelente relación con ella. Un equipo perfecto y destinado a la grandeza.

Mientras Zazú recordaba todo esto, posaba su ala en la pata de la destruida Sarabi, que no podía creer lo que su cuñado relataba acerca del rey y el príncipe. Al mismo tiempo, recordó los momentos con su señor, así tales como el nacimiento de Simba, cuando Mufasa peleó sus primeras hienas y el ultimo vivido en su imagen, Mufasa rescatando a su hijo y pereciendo en el intento. Aún recordaba el inerte cuerpo de su rey y amigo, la melena roja con tiras de sangre y el cuerpo, que había perdido su característico brillo dorado. Sin duda, la sabana había dejado de brillar, al igual que el difunto rey.

Zazú lo sabía. Sabía que en el fondo, Simba no estaba muerto. No le era comprensible, y aquí estaba, varios años después de su regreso. El rey tenía dos hijos, Kiara, la futura reina y Kion, el líder de la actual guardia de león. Nala, como estaba predestinado, era su fina y esplendorosa reina. Zazú se había encargado de servir fielmente al hijo de su mejor amigo, el cual se parecía bastante a su padre, pero diferían en algunas cosas. Así fue todo en el reinado de Simba, algo que Zazú estaba orgulloso.

Actualmente sus plumas eran blanquecinas y ya no estaba para el trabajo, por lo que su hija menor, Zuri se encontraba en entrenamiento junto con la Princesa Kiara (qué la había elegido) y Simba. El, en cambio, descansaba en las suaves patas de la Reina Madre Sarabi y con Sarafina al lado de esta, charlando de cosas sin importancia. El pájaro estaba apoyado cerca del suave latido de su amiga y reina, que lo rodeaba dulcemente con una de sus patas. Así, de a poco, el viejo y cansado pájaro fue cerrando sus ojos, sin saber que no los volvería a abrir nunca más.

Dicen que cuando mueres, tú vida entera pasa por delante de tus ojos y eso fue exactamente lo que le paso a Zazú. Desde la primera vez que vio a sus padres hasta momentos antes de estar con las dos viejas amigas, cuando despidió a los leones y a su hija. Lo siguiente que vio Zazú, fue una luz blanca y unos destellos rojos, y de repente, estaba en la sabana africana.

Observó a las manadas correr y jugar,  y a los lejos, divisó la Roca del Rey. Se levantó de un salto, y se sorprendió de que los huesos no le doliesen. Se miro el plumaje y noto que habían recobrado su vivido azul de vuelta. El macho no entendía lo que pasaba, hasta que escucho aquella voz.

-Zazú, viejo amigo. Años que no nos vemos, bienvenido...

-¿Mufasa?

El pájaro se giró lentamente y en efecto, frente suyo un vigoroso y feliz Mufasa le sonreía, con calidad y ternura.

-Así es, emplumado amigo. Soy...

El antiguo rey no pudo terminar la frase, porque Zazú se había abalanzado sobre su cara, abranzandolo y soltando unas pequeñas lágrimas. Mufasa bajo su hocico y lo dejo en el suelo.

-¡Oh, señor! Ha pasado tanto tiempo... La reina, intente hacer todo lo posible...

Mufasa puso delicadamente una pata sobre la espalda de su amigo

-Gracias por cuidar y velar por ella, Zazú. No me alcanzan las palabras para agradecértelo...

Zazú sonrió feliz y volvió a abrazar a su amigo, esta vez de su pata.

-Ahora, tú tiempo ha llegado y es hora de que cumplas al Gran Ciclo de la Vida... Vamos, viejo amigo... Es tú hora de descansar...

Y así, juntos, Zazú apoyado en el hombro de su mejor amigo, ambos, con tranquilidad y paso lento se dirigieron a la Roca del Rey, esperando que Sarabi se les uniese pronto y así pasar la eternidad juntos, como siempre debió ser.

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¡Uf!

Me dolió, la verdad. Me costó bastante escribirlo y la verdad espero que les saque alguna que otra lagrimilla. Espero que les guste, un beso y abrazo fuerte...