Miss Peregrine y los Niños Peculiares [Cine]

Un grupo de niños y adolescentes con superpoderes o habilidades especiales heredadas, llamadas aquí “peculiaridades”, viven en una casa bajo los cuidados de Miss Peregrine (interpretada por Eva Green). Para estar lo más apartado posible del mundo exterior, su hogar está en una pequeña isla de Gales. Sin embargo, este literal aislamiento no es suficiente para estar seguros, por lo que viven en una suerte de burbuja temporal (“bucle de tiempo”, reza la traducción en el subtítulo), viviendo el mismo día una y otra vez. Específicamente, el 3 de septiembre de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Se ocultan porque estos individuos peculiares son cazados por aterradoras criaturas.

Al igual que cualquier otro “elegido” de la literatura juvenil contemporánea llevada a la pantalla grande, existe un renuente personaje que deberá encontrar su destino en ese universo, al estilo de Harry Potter, Katniss Everdeen de Los juegos del hambre, Thomas de Maze Runner o el que ustedes elijan. En este caso se trata de Jake, impecablemente interpretado por Asa Butterfield (el Hugo de Scorsese), quien logra un sólido protagónico.

La historia original proviene de la producción literaria de Ransom Riggs, y tan solo por su premisa parecería ideal el hecho de que la adaptación cinematográfica estuviese a cargo de Tim Burton. Cierto, ahí están los personajes marginados, los excluidos o los inadaptados. Sí, ahí está ese mundo que se desenvuelve entre lo mágico y lo sobrenatural. Pero a diferencia de otras adaptaciones que Burton indudablemente hizo suyas en su traducción fílmica –en términos de estilo, diseño y narrativa (Batman, La leyenda del jinete sin cabeza, Charlie y la fábrica de chocolate, por ejemplo)–, aquí no se percibe que adopte y adapte del todo esta obra a su visión.

Sin embargo, esto no es por falta de referentes a su propia filmografía. En Miss Peregrine y los niños peculiares podemos encontrar los recuerdos idealizados (que pueden o no ser verdad) de El gran pez, las figuras podadas en el jardín y el suburbio clasemediero de Edward Scissorhands. Incluso, ahí está también la delgada, alta y estilizada figura de Jack Skellington, emulada esta vez en la forma de letales monstruos.

No obstante, hay algo que falla, pese a la impecable y preciosista fotografía de Bruno Delbonel (Amélie), el siempre destacado vestuario de Colleen Atwood (en su enésima colaboración con Burton), o el detallado diseño de producción de Gavin Bocquet (Episodios I, II y III de Star Wars). Se trata del guión y su consecuente ejecución. Por una parte, tenemos a estos personajes forzados a revivir el mismo día por décadas, sin que su cuerpo se altere. Sus edades reales serían de 70 años en adelante. Pero con la apariencia de niños y adolescentes. Pero si eso aparentan, ¿también así se deberían de comportar? Ninguno, ninguno de ellos manifiesta una mínima madurez, y menos aún la sabiduría que supuestamente se gana a través de los años. Todo lo contrario.

Por otra parte, el filme no deja del todo claro sus propias reglas. En algún momento se menciona que los peculiares no pueden regresar a la línea de tiempo real, porque sus cuerpos envejecerían. Sin embargo, en el desarrollo de la trama lo hacen más de una vez sin efecto alguno. Estas inconsistencias distraen de manera constante la atención. Ni siquiera la interesante batalla que alude al trabajo de Ray Harryhausen en Jason y los argonautas llega a ser tan climática como pretende ser. Poco peculiar y trascendente es también la participación de Samuel L. Jackson como el antagonista en turno, haciendo gala de una extravagancia que ya le conocemos. Es una lástima por Eva Green como Miss Peregrine y Terence Stamp como el abuelo Abe, que están espléndidos en sus papeles, aún con lo breve de sus participaciones.

Claro que habrá quien compare a Miss Peregrine con Charles Xavier de X-Men, así como con las vicisitudes repetitivas de El Día de la Marmota (Groundhog day, que se estrenó en México bajo el título Hechizo del tiempo). Y de alguna forma tendrán razón. Al final, es posible que la experiencia fílmica nos evoque otras alusiones. Mientras tanto, quienes apreciamos el trabajo de Tim Burton como realizador cinematográfico y como artista consumado, seguimos anhelando una nueva propuesta en la pantalla grande. Una que tristemente aquí no encontramos.